Miedo. Hoy parece que tienen miedo los de enfrente, los que rodean en lugar de los que llevan tantos años rodeados. Hoy muestran incertidumbre los que siempre se han visto tan seguros y respaldados. Los que portan las metralletas y se inventan las fronteras, en el día de hoy, están asustados por las consecuencias que pueda traer el compromiso de unos pocos.
El Mediterráneo es un mar que baña las costas de un buen número de países muy dispares. Es heterogéneo y en pocas ocasiones se han unido sus habitantes en busca de un punto en común, más allá del histórico. Sin embargo hoy, el mediterráneo está pendiente de sus puertos, de una docena de barcos atracados en los muelles de algunos de esos países y que tienen como punto y final otro enclave mediterráneo, sin más. Doce barcos, unas 500 personas, 3.000 toneladas de ayuda humanitaria y un desafío, romper el bloque al que Israel somete la franja de Gaza, hacer públicas las atrocidades que el pueblo judío, encabezado por su Ejército y respaldado por su eficaz presión diplomática, lleva a cabo durante años y cada vez con más descaro sobre el pueblo palestino.
La primera flotilla que hizo ese recorrido sufrió el ataque de las tropas israelíes con un saldo de nueve muertos, numerosos detenidos entre los que se encontraban 60 periodistas y todo el material confiscado (aún no han recuperado los equipos), una investigación interna que concluyó que habían actuado de un modo ejemplar y una impunidad internacional inexplicable ante una agresión de este tipo.
Hoy la flotilla vuelve. Las miradas regresan hacia ese lugar del mundo que todos sabemos que es conflictivo pero que la información por repetida nos ha inmunizado del drama y nos impide conocer de verdad cuál es el día a día que viven sus ciudadanos. Y a Israel no le interesa que la opinión pública les juzgue, que las cámaras lleguen al puerto de Gaza (si no son asaltadas antes), que las imágenes circulen por el mundo sin que antes pasen su férreo control, que es lo que acostumbran a hacer.
Por eso, ese temor, ese miedo a que la verdad se sepa, ha llevado a Israel a amenazar a los periodistas que quieran embarcarse en esa segunda flotilla que prepara su salida. Por eso los barcos están sufriendo unos obstáculos administrativos en los mismos puertos europeos (recordemos el poder diplomático israelí, respaldado por el todopoderoso Estados Unidos), incluso dos de ellos han sido objeto de sabotajes. En el puerto del Pireo (Atenas) el barco griego ha tenido problemas técnicos en las hélices, igual que ha ocurrido en un puerto turco con la embarcación irlandesa. La conspiranoia sobrevuela a los integrantes de la flotilla gracias a los pescadores sin utensilios de pesca que merodean alrededor de los barcos y de los propios miembros activos de la Segunda Flotilla de la Libertad. Por eso se está intentado hacer presión desde las organizaciones que apoyan esta iniciativa, para contrarrestrar que el miedo israelí se convierta en un boicot efectivo. Aunque los gobiernos europeos no quieran mostrar su apoyo a los derechos humanos más que con declaraciones veladas en favor al pueblo palestino pero que en ningún caso les malposicione con Israel, al menos que mantengan la neutralidad y dejen hacer a un grupo de activistas que se juegan su integridad para hacer justicia.
El gobierno israelí, efectivamente, amenaza a los periodistas. Con sanciones, con confiscaciones, con detenciones. Simplemente amenazan a la verdad, porque saben que no les gustará al resto. Mientras, los países que saben la verdad, tampoco se sienten cómodos si se hacen públicas las atrocidades inhumanas que se permiten, que no se sancionan y que en innumerables casos se apoyan. Ante esto, solo cabe estar informados y tener un pensamiento crítico, ser comprometidos y exigir justicia. El desembarco de ayuda humanitaria nunca debe ser ilegal, un bloqueo ilegítimo y el trato inhumano a otros ciudadanos, sí.
Esto no es un blog de filosofía. Simplemento veo cosas que me hacen pensar. Y pienso cosas que me hacen estar vivo. Soy un redactor que no redacta. Soy un periodista de esos, un juntaletras que necesita su espacio para gritar las cosas que le indignan y compartir las que disfruta. Sin más pretensiones que seguir viendo, pensando, existiendo y desde hoy, expresando con libertad. Gracias por hacer que esto no sea un mero diario íntimo y personal. Ojalá encuentres algo de provecho.