21 octubre 2011

Mis hijos ya no sabrán qué es ETA

20 de octubre de 2011. La banda terrorista ETA anuncia su cese definitivo de la actividad armada después de acabar con la vida de 829 personas durante más de cuarenta años.

Se lo tendremos que explicar a nuestros hijos, que ya no tendrán ni idea de qué va esto. ETA pasa a formar parte de esas cosas que nos hacen viejos ante los niños, como las pesetas. Nuestros pequeños oirán hablar de ETA como ese fantasma incómodo y que daba tanto miedo, algo parecido a lo que pasaba en mi generación con el dictador Francisco Franco.

Yo le tenía miedo a ETA cuando era un niño. Un miedo infantil que no llega a ser miedo, sino incertidumbre. ¿Nadie recuerda esa sensación, cuando tú veías un problema pero a los adultos de tu alrededor no parecían preocuparles y entonces esa sensación de agobio y confusión crecía porque o bien había una salvación inminente que todos sabían pero que no te habían contado o bien estabas rodeado de inconscientes que no le daban importancia a las cosas?
Pues bien, algo así me pasaba a mi de pequeño con dos cosas que me preocupaban mucho a la hora de irme a la cama. Una era la idea de tragarme un diente de leche, de los que ya se me movían, durante la noche. Me obsesionaba en dormir de lado o boca abajo. La otra cosa era ETA. ¿Por qué? Porque mis padres vivían (viven) en un bajo, con coches aparcados en la ventana de la habitación donde yo dormía, y que daba a una manzana de viviendas de guardias civiles. A mí esa conjunción de elementos me torturaba de niño. Esos coches que explotan, a mí me daban de lleno. Y pensaba en la oscuridad y el silencio nocturnos cómo sería y qué opciones tendría yo de salvarme ante eso. No me quitaba el sueño, era un niño, un miedo infantil te sirve para fantasear los cinco minutos que tardas en coger el sueño más profundo que existe. Ahora mis hijos (si los tuviera) tendrán que buscarse otra idea para rellenar de pensamientos y fantasías esos cinco minutos, porque los míos ya no les valen. Menos mal.