20 mayo 2011

Con 30 y con futuro, ¿por qué no?

En la plaza del Palillero, el actual ágora del pueblo como bien dice Tamara en su artículo, se congregan en estos días personas de todas las edades hartos de los gobernantes y de las opresiones de quienes deberían defender nuestros intereses. Sin embargo, a estas horas en las que escribo, ya de madrugada, la media de las varias decenas de ciudadanos que pasan la noche al raso ronda la treintena. Jóvenes que luchan por tener oportunidades, por un futuro, por nuestro futuro.
Durante los años que estuve en la universidad sufrí un gobierno del Partido Popular que nos dio muchos argumentos para movilizarnos. La LOU y la guerra de Irak, nada menos. La reforma universitaria supuso en la Facultad de Comunicación de Sevilla un encierro que duró más de dos semanas, no recuerdo fechas exactas, pero que fueron de una gran intensidad. De la guerra, otro tanto. Concentraciones delante de la facultad, cortes de tráfico, mesas informativas, clases al aire libre, acciones concretas para llamar la atención de la ciudadanía por nuestra causa, y un largo etcétera. Si no fuera porque los 'pequeños gobernantes' de las movilizaciones lo convirtieron en algo un tanto sectario de conmigo o contra mi lo recordaría aún con más orgullo. Sin embargo, los mejores recuerdos de aquellas andanzas no vienen por lo que conseguimos, sino  por algo más personal. Durantes esos días maduré como persona, como ciudadano con conciencia, como ser ese pequeño trozo dentro de la gran sociedad que conformamos y que puede oirte, acompañarte, apoyarte o ignorarte como si no existieras. Durantes esos días forjé amistades que enraizaron hasta lo más profundo, crecí.
No hace mucho pensaba que en estos días que vivimos la sociedad nos agilipolla. El estado del bienestar nos da lo justo como para que temamos perder lo que ya poseemos y no nos atrevamos a reivindicar lo que de verdad deseamos. Nos hace esclavos de una libertad y de una protección que sin embargo nos encadena a la hora de exigir que hace falta más libertad y protección porque las desigualdades y las injusticias continúan ocurriendo a nuestro alrededor, a nosotros mismos. Estamos oprimidos, no como lo estaban nuestros padres en la dictadura, no como antes de que hubiera sanidad y educación pública para todos, no como lo están los ciudadanos de países con regímenes autoritarios. Pero sí ante una tasa del 45% del paro juvenil, sí ante un precio de la vivienda que las hace inasumibles, sí ante un contrato precario, sí ante una hipoteca a 40 años que puede subir o no o mucho, sí ante un político que no escucha las necesidades del ciudadano de a pie, sí ante los grandes empresarios y banqueros que se reparten bonus de beneficios mientras el resto hacemos cuentas y cuentas para terminar el mes. Estamos desprotegidos e insatisfechos. Y los más jóvenes se rebelan (nos rebelamos) ante un horizonte lleno de nubarrones. La generación perdida, dicen. ¿Por qué? No estamos perdidos, estamos aquí, con ganas, con ilusión, con esperanza de que las cosas no tienen por qué ser malas o malas, no tienen que ser así. Estamos aquí para cambiarlo. Y ellos, los que sacrifican la comodidad y el calor de una casa para pasar la noche entre cartones lo están demostrando. ¿Por qué piensan que solo nos podemos reunir para hacer botellón? Miradlos, están ahí, en medio de la plaza, leer sus carteles, hablad con ellos. Quieren futuro.
Yo, desde aquí, quiero felicitarlos y decirles que el futuro existe. Que pase lo que pase crecerán como personas, igual que yo lo hice e igual que lo sigo haciendo ahora, juntos. Y agradecerles a ellos y al resto de ciudadanos que apoyan con sus actos, con su presencia o con sus palabras este movimiento social que también estén ahí. Porque así conseguiremos una sociedad más justa y habitable, la construimos mejor. Y gracias también a mis compañeros de facultad por aquellos días que vivimos que fueron grandes.

1 comentario:

Julius dijo...

Y cuánta razón. La juventud no es sólo desenfreno, alcohol y pataletas de insatisfechos crónicos. La juventud también es apasionada de la cultura, tolerante, viajera y comprometida. Ojalá sirva de algo tanta voz unida conta la desfachatez.

Un saludo.