10 marzo 2012

Reflexiones políticas

Ya estamos otra vez de campaña electoral. Ya estamos de nuevo escuchando promesas de bondades. Vuelven los mítines en pabellones dirigidos solo a aquellos que ya están convencidos, llenando autobuses, agitando banderolas y aplaudiendo cuando lo pide el regidor. La oratoria tuvo mejores días. El discurso de cercanía entre el político y el pueblo al que representa se queda solo en palabras e intenciones. Les cuesta. Visitar una fábrica o un centro de día de la tercera edad y solo hablar tú no es escuchar a nadie. El otro día un político decía que los evangelistas no se predican entre ellos si no que intentan convencer al resto. Efectivamente, pero han olvidado que ellos también son pueblo porque hemos profesionalizado la labor del político. Entre ellos y entre nosotros. Parece que así es más fácil, ellos juegan a mejorar nuestras condiciones de vida como si fuéramos personajes de los sims, mientras nosotros preferimos que haya un jefe de todo esto al que poder culpar de cualquier mal, limpiar nuestras conciencias excusándonos en un ser superior que nos manda y nos oprime y sacudir nuestra responsabilidad de un manotazo al aire o un resoplido. Nos hemos acomodado y hemos puesto muchos granos de arena para hacer de este sistema algo más injusto. Tanto ellos como nosotros. ¿Es posible corregir estos caminos bifurcados que cada vez parecen alejarse más? Claro, es posible. No es necesario que montemos cada uno nuestro partido político. No creo que haya que afiliarse ni militar en los que ya existen. No considero necesario ni siquiera que tenga que ir a votar el que no desea hacerlo. Pero sí hace falta un poco de interés, ser permeable, valorar, criticar, concienciar, comprometerse de alguna manera. Es más fuerte la sociedad que se involucra, que se manifiesta ante las injusticias, que tiene criterio para saber cuándo se la están metiendo por detrás, que conoce las intenciones, que se une cuando hay un objetivo común. Si pasamos, si pensamos que no vale de nada nuestra aportación, si preferimos que lo hagan los demás, tenemos lo que nos merecemos. Hagamos, al menos, responsables a los políticos de sus actos.

08 marzo 2012

García-Margallo, como español y valenciano

Esta semana nuestro ministro de Asuntos Exteriores ha hecho que me plantee si soy o no una persona demasiado extremista a la hora de juzgar a la gente, porque entiendo que un político de su experiencia y con tantos bandazos en el campo diplomático no ha podido decir lo que yo interpreto que quería decir. Lo que pasa es que no encuentro tampoco otra explicación. Vale que a los periodistas se nos tacha de que sacamos las cosas de contexto, pero qué otra cosa puede entenderse de las palabras de García-Margallo que expongo seguidamente. "Yo, como español y como valenciano sé lo que hay que hacer en el Norte de África". No sé si estarán de acuerdo conmigo o con él, pero yo desde luego leo muchas segundas lineas que no me gustan un pelo. Primero, puedo comprender lo de español por la cercanía geográfica, aunque millones de españoles no entienden nada de lo que pasa unos kilómetros más abajo. Pero lo de valenciano, ¿estará pensando en el Cid? Igual tiene una explicación sostenida y sencilla que a mi se me escapa, pero, de verdad, me deja perplejo. De lo que sigue, ahí sí que me pierdo. Nuestro ministro de Exteriores sabe perfectamente lo que hay que hacer, y además delimita más los objetivos diciendo que es para que la "primavera árabe no se convierta en un invierno extremista". El oráculo de García-Margallo podía haber resuelto antes la situación entonces y ahorrar numerosas muertes. No sé si lo sabe ahora que ha tenido una revelación o lo sabía ya de antes, igual es  como Dios, que nos concede la libertad de que erremos por nosotros mismos. Probablemente siga en mi obcecación, pero yo lo que entiendo es una estrechez de miras de campeonato, una moralidad de ente superior y una arrogancia que rompe cualquier molde. ¿Quiere decir nuestro ministro de Exteriores que el avance de los partidos musulmanes está desviando a los ciudadanos norteafricanos del camino que él cree correcto? Esa es mi lectura. Pero digo yo, a lo mejor lo que es mejor para él o para España no es lo que ellos consideran que es mejor para ellos. Cabe la posibilidad de que voten pensando en su calidad de vida y no en la nuestra. ¿O no? Y ya sigo hilando preguntas. ¿Qué capacidad moral tenemos los españoles para decirle a quién qué es mejor para ellos, sobre todo cuando en nuestro antes de ayer histórico estábamos sometidos al nacionalcatolicismo, a un régimen autoritario, dictatorial y engalanado de fascismos?
Desde mi punto de vista, nuestra actuación debe limitarse a dar apoyo al cambio en los países que se encuentran en una transición histórica, pero basta ya de neocolonialismo arrogante y de verdades absolutas. Estas palabras del ministro me recuerdan a aquellas célebres declaraciones del ex presidente José María Aznar cuando con la cabeza bien alta escupía aquello de que él no creía en la multiculturalidad. Yo tampoco creía que un ignorante podía gobernar y poco a poco me voy dando cuenta de lo contrario.

21 octubre 2011

Mis hijos ya no sabrán qué es ETA

20 de octubre de 2011. La banda terrorista ETA anuncia su cese definitivo de la actividad armada después de acabar con la vida de 829 personas durante más de cuarenta años.

Se lo tendremos que explicar a nuestros hijos, que ya no tendrán ni idea de qué va esto. ETA pasa a formar parte de esas cosas que nos hacen viejos ante los niños, como las pesetas. Nuestros pequeños oirán hablar de ETA como ese fantasma incómodo y que daba tanto miedo, algo parecido a lo que pasaba en mi generación con el dictador Francisco Franco.

Yo le tenía miedo a ETA cuando era un niño. Un miedo infantil que no llega a ser miedo, sino incertidumbre. ¿Nadie recuerda esa sensación, cuando tú veías un problema pero a los adultos de tu alrededor no parecían preocuparles y entonces esa sensación de agobio y confusión crecía porque o bien había una salvación inminente que todos sabían pero que no te habían contado o bien estabas rodeado de inconscientes que no le daban importancia a las cosas?
Pues bien, algo así me pasaba a mi de pequeño con dos cosas que me preocupaban mucho a la hora de irme a la cama. Una era la idea de tragarme un diente de leche, de los que ya se me movían, durante la noche. Me obsesionaba en dormir de lado o boca abajo. La otra cosa era ETA. ¿Por qué? Porque mis padres vivían (viven) en un bajo, con coches aparcados en la ventana de la habitación donde yo dormía, y que daba a una manzana de viviendas de guardias civiles. A mí esa conjunción de elementos me torturaba de niño. Esos coches que explotan, a mí me daban de lleno. Y pensaba en la oscuridad y el silencio nocturnos cómo sería y qué opciones tendría yo de salvarme ante eso. No me quitaba el sueño, era un niño, un miedo infantil te sirve para fantasear los cinco minutos que tardas en coger el sueño más profundo que existe. Ahora mis hijos (si los tuviera) tendrán que buscarse otra idea para rellenar de pensamientos y fantasías esos cinco minutos, porque los míos ya no les valen. Menos mal.

10 agosto 2011

Trampas. Cuando todos jugamos, pero pocos conocen las reglas


Cuando Quevedo escribió aquello de 'Poderoso es don Dinero' no se podría ni imaginar hasta dónde tendrían vigencia esas palabras. Un pensamiento universal, como tantos otros de nuestro poeta del siglo de oro. Pero por aquel entonces, cuando don Francisco reflejaba la avaricia, las desigualdades, los favores, sobornos, guerras y veleidades que provocaban el vil metal, aún el dinero suponía simplemente eso, monedas contantes y sonantes que podían comprar y vender hasta el alma y los principios del más fiel y puro inquisidor, que no es poco.
El crédito, las hipotecas, los números rojos, las estadísticas, crisis, recesión, producto interior bruto, renta per cápita, Índice de Precios al Consumidor (IPC), el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF), el Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA) y tantos otros conceptos, los hemos ido sumando a eso que nos gobierna en la sombra y que se engloba dentro de la ECONOMÍA, pero que con el tiempo se han ido incluyendo dentro del imaginario colectivo del contexto histórico que nos había tocado vivir como etapa de consolidación de un capitalismo acérrimo.
Los mercados financieros, las bolsas, el Ibex, el Dow Jones, el Nasdaq o cualquier otro índice bursátil y otros términos, estaban reservados sólo para unos cuantos que sentían cierto interés en saber cómo funciona nuestro sistema bursátil o para aquellos que viven o dependen de él. Es sorprendente cómo hay personas que subsisten de conocer bien estos entresijos y saber utilizarlos (y tienen liquidez o un capital para invertirlo).
Sin embargo, desde hace tres años se nos han impuesto como un contexto base que justifica cualquier política. Además, se han sumado innumerables conceptos nuevos que vienen a ennegrecer lo ya oscurecido para que sea dificilísimo cuando no imposible cualquier análisis propio de la realidad. Los bonos basura, los fondos de varios tipos, la prima de riesgo, las agencias de calificación, la incidencia de la confianza de los consumidores en que suban o no los precios en el mercado, el rating, la deuda pública, el rescate de bancos que no se nacionalizan, los test de estrés, las fusiones frías, el rescate de países... De modo impune, el sistema nos ha engullido y no nos hemos enterado. Somos juzgados por abyectos intereses económicos que no tienen cara ni dni y ni siquiera nos han puesto un abogado de oficio que nos defienda. Estamos condenados de antemano.
A veces pienso que deberíamos tener cierta formación sobre estos conceptos económicos. Saber qué significan para no ser tan manipulables. Y sin embargo, estoy convencido de que, en mi caso, sólo serviría para frustrarme aún más. Sí que me gustaría poder conocer ciertas estructuras que me ayudaran a tener un pensamiento crítico sobre el tema, intentar comprender mínimamente algo tan abstracto. Me parece lógico, aunque no interesante por lo que entraña, entender en qué momento perdimos la soberanía de nuestros gobiernos y de nuestras propias decisiones. Tener a quién culpar y algún que otro argumento sólido y refutable. La cuestión es que, por más que me lo expliquen los mejores catedráticos de microeconomía, macroeconomía y economía aplicada, por mucho que me llevase horas sentado junto a conscientes especuladores, por más que leyese manuales y monográficos históricos, teorías, e hiciese mil cuentas, creo que nunca podré llegar a entender de verdad (de un modo ético, en el concepto más amplio de la palabra) la deshumanización. El juego de las finanzas. Hemos inventado la mayor guerra, y supongo que me ha tocado estar en el bando de los vencidos.

30 junio 2011

Nuestras armas y el miedo a las verdades

Miedo. Hoy parece que tienen miedo los de enfrente, los que rodean en lugar de los que llevan tantos años rodeados. Hoy muestran incertidumbre los que siempre se han visto tan seguros y respaldados. Los que portan las metralletas y se inventan las fronteras, en el día de hoy, están asustados por las consecuencias que pueda traer el compromiso de unos pocos.
El Mediterráneo es un mar que baña las costas de un buen número de países muy dispares. Es heterogéneo y en pocas ocasiones se han unido sus habitantes en busca de un punto en común, más allá del histórico. Sin embargo hoy, el mediterráneo está pendiente de sus puertos, de una docena de barcos atracados en los muelles de algunos de esos países y que tienen como punto y final otro enclave mediterráneo, sin más. Doce barcos, unas 500 personas, 3.000 toneladas de ayuda humanitaria y un desafío, romper el bloque al que Israel somete la franja de Gaza, hacer públicas las atrocidades que el pueblo judío, encabezado por su Ejército y respaldado por su eficaz presión diplomática, lleva a cabo durante años y cada vez con más descaro sobre el pueblo palestino.
La primera flotilla que hizo ese recorrido sufrió el ataque de las tropas israelíes con un saldo de nueve muertos, numerosos detenidos entre los que se encontraban 60 periodistas y todo el material confiscado (aún no han recuperado los equipos), una investigación interna que concluyó que habían actuado de un modo ejemplar y una impunidad internacional inexplicable ante una agresión de este tipo.
Hoy la flotilla vuelve. Las miradas regresan hacia ese lugar del mundo que todos sabemos que es conflictivo pero que la información por repetida nos ha inmunizado del drama y nos impide conocer de verdad cuál es el día a día que viven sus ciudadanos. Y a Israel no le interesa que la opinión pública les juzgue, que las cámaras  lleguen al puerto de Gaza (si no son asaltadas antes), que las imágenes circulen por el mundo sin que antes pasen su férreo control, que es lo que acostumbran a hacer.
Por eso, ese temor, ese miedo a que la verdad se sepa, ha llevado a Israel a amenazar a los periodistas que quieran embarcarse en esa segunda flotilla que prepara su salida. Por eso los barcos están sufriendo unos obstáculos administrativos en los mismos puertos europeos (recordemos el poder diplomático israelí, respaldado por el todopoderoso Estados Unidos), incluso dos de ellos han sido objeto de sabotajes. En el puerto del Pireo (Atenas) el barco griego ha tenido problemas técnicos en las hélices, igual que ha ocurrido en un puerto turco con la embarcación irlandesa. La conspiranoia sobrevuela a los integrantes de la flotilla gracias a los pescadores sin utensilios de pesca que merodean alrededor de los barcos y de los propios miembros activos de la Segunda Flotilla de la Libertad. Por eso se está intentado hacer presión desde las organizaciones que apoyan esta iniciativa, para contrarrestrar que el miedo israelí se convierta en un boicot efectivo. Aunque los gobiernos europeos no quieran mostrar su apoyo a los derechos humanos más que con declaraciones veladas en favor al pueblo palestino pero que en ningún caso les malposicione con Israel, al menos que mantengan la neutralidad y dejen hacer a un grupo de activistas que se juegan su integridad para hacer justicia.
El gobierno israelí, efectivamente, amenaza a los periodistas. Con sanciones, con confiscaciones, con detenciones. Simplemente amenazan a la verdad, porque saben que no les gustará al resto. Mientras, los países que saben la verdad, tampoco se sienten cómodos si se hacen públicas las atrocidades inhumanas que se permiten, que no se sancionan y que en innumerables casos se apoyan. Ante esto, solo cabe estar informados y tener un pensamiento crítico, ser comprometidos y exigir justicia. El desembarco de ayuda humanitaria nunca debe ser ilegal, un bloqueo ilegítimo y el trato inhumano a otros ciudadanos, sí.

20 mayo 2011

Con 30 y con futuro, ¿por qué no?

En la plaza del Palillero, el actual ágora del pueblo como bien dice Tamara en su artículo, se congregan en estos días personas de todas las edades hartos de los gobernantes y de las opresiones de quienes deberían defender nuestros intereses. Sin embargo, a estas horas en las que escribo, ya de madrugada, la media de las varias decenas de ciudadanos que pasan la noche al raso ronda la treintena. Jóvenes que luchan por tener oportunidades, por un futuro, por nuestro futuro.
Durante los años que estuve en la universidad sufrí un gobierno del Partido Popular que nos dio muchos argumentos para movilizarnos. La LOU y la guerra de Irak, nada menos. La reforma universitaria supuso en la Facultad de Comunicación de Sevilla un encierro que duró más de dos semanas, no recuerdo fechas exactas, pero que fueron de una gran intensidad. De la guerra, otro tanto. Concentraciones delante de la facultad, cortes de tráfico, mesas informativas, clases al aire libre, acciones concretas para llamar la atención de la ciudadanía por nuestra causa, y un largo etcétera. Si no fuera porque los 'pequeños gobernantes' de las movilizaciones lo convirtieron en algo un tanto sectario de conmigo o contra mi lo recordaría aún con más orgullo. Sin embargo, los mejores recuerdos de aquellas andanzas no vienen por lo que conseguimos, sino  por algo más personal. Durantes esos días maduré como persona, como ciudadano con conciencia, como ser ese pequeño trozo dentro de la gran sociedad que conformamos y que puede oirte, acompañarte, apoyarte o ignorarte como si no existieras. Durantes esos días forjé amistades que enraizaron hasta lo más profundo, crecí.
No hace mucho pensaba que en estos días que vivimos la sociedad nos agilipolla. El estado del bienestar nos da lo justo como para que temamos perder lo que ya poseemos y no nos atrevamos a reivindicar lo que de verdad deseamos. Nos hace esclavos de una libertad y de una protección que sin embargo nos encadena a la hora de exigir que hace falta más libertad y protección porque las desigualdades y las injusticias continúan ocurriendo a nuestro alrededor, a nosotros mismos. Estamos oprimidos, no como lo estaban nuestros padres en la dictadura, no como antes de que hubiera sanidad y educación pública para todos, no como lo están los ciudadanos de países con regímenes autoritarios. Pero sí ante una tasa del 45% del paro juvenil, sí ante un precio de la vivienda que las hace inasumibles, sí ante un contrato precario, sí ante una hipoteca a 40 años que puede subir o no o mucho, sí ante un político que no escucha las necesidades del ciudadano de a pie, sí ante los grandes empresarios y banqueros que se reparten bonus de beneficios mientras el resto hacemos cuentas y cuentas para terminar el mes. Estamos desprotegidos e insatisfechos. Y los más jóvenes se rebelan (nos rebelamos) ante un horizonte lleno de nubarrones. La generación perdida, dicen. ¿Por qué? No estamos perdidos, estamos aquí, con ganas, con ilusión, con esperanza de que las cosas no tienen por qué ser malas o malas, no tienen que ser así. Estamos aquí para cambiarlo. Y ellos, los que sacrifican la comodidad y el calor de una casa para pasar la noche entre cartones lo están demostrando. ¿Por qué piensan que solo nos podemos reunir para hacer botellón? Miradlos, están ahí, en medio de la plaza, leer sus carteles, hablad con ellos. Quieren futuro.
Yo, desde aquí, quiero felicitarlos y decirles que el futuro existe. Que pase lo que pase crecerán como personas, igual que yo lo hice e igual que lo sigo haciendo ahora, juntos. Y agradecerles a ellos y al resto de ciudadanos que apoyan con sus actos, con su presencia o con sus palabras este movimiento social que también estén ahí. Porque así conseguiremos una sociedad más justa y habitable, la construimos mejor. Y gracias también a mis compañeros de facultad por aquellos días que vivimos que fueron grandes.

19 mayo 2011

Anticampaña, pero no antisistema

Florece una revolución social. El movimiento del 15-M, gracias a colectivos ciudadanos como Democracia Real Ya, llega para disparar directamente a nuestras conciencias. Si la decepción, el hastío, la falta de confianza en nuestros representantes políticos (como ya comenté en el post anterior) nos ha llevado a encarar las elecciones y decidir nuestro voto buscando el mal menor, ahora todo ese malestar general se encauza mediante un movimiento social heterogéneo, pacífico y apartidista que está tomando nuestras calles. Y no son solo jóvenes, no solo jubilados, no solo parados, desahuciados o hipotecados; y no son solo radicales, y no son solo de izquierdas ni de derechas ni de centro; y no son solo personas acomodadas ni pobres; no son solo gente formada ni solo analfabetos. No solo son antisistema. Estamos todos representados pero no representan a nadie. Simplemente son ciudadanos, en calidad de ciudadanos, con voz y voto de ciudadanos que están hartos de que nadie luche por dar soluciones a sus problemas, a los problemas que casi cualquier español padece.
Se acabaron las excusas políticas de que son los mercados los que mandan en nuestra economía, se acabó que la Unión Europea nos fije nuestras políticas, se acabó que los bancos sean los únicos que no paguen por sus errores, se acabó que la ley electoral sea injusta y no represente al electorado español, se acabó que nuestros políticos se perpetúen y se preocupen más por el mantenimiento de sus cargos que de escuchar al ciudadano. Las personas quieren que esto cambie y así lo están gritando. Sin colores políticos, sin ideologías, sin violencia, solo se busca la regeneración democrática en lo más básico de su concepto. Que la soberanía del pueblo la ostente el pueblo. Que la política se acerque al ciudadano. Que le escuche y luche por mejorar su calidad de vida, por satisfacer sus necesidades. No es más que eso. Luego que cada político edifique su programa sobre esta estructura y que le vote quien quiera. Porque esto no se trata de eliminar la democracia, sino de sanearla. De devolverle su esplendor.
Democracia Real Ya no pide ningún voto, ni siquiera que no se ejerza tal derecho. Tampoco se trata de eso. Simplemente pide una reflexión antes de votar más de lo mismo. Luego cada uno es dueño de sus decisiones y de sus convicciones.
Yo me adscribo al movimiento y ofrezco mi apoyo porque pienso que nos merecemos una política mejor, más justa e igualitaria. En Cádiz yo pensaba que me encontraría con una ciudad dormida. Sin embargo, de la noche a la mañana, como ocurre a esta hora en buena parte del país, hay gaditanos que están ahí, dando el do de pecho, convocando, informando, organizando y concienciando, de un modo sano y dialogante, el hartazgo de la política y la lejanía de una economía que nos oprime y que, como ciudadanos, venimos comentando de un modo u otro en reuniones de amigos, en familia, con los compañeros de trabajo, de una manera individual. Ahora toca el momento de unirse para mandar un mensaje muy sencillo a nuestros gobernantes. Así, NO.

15 mayo 2011

Campaña electoral Cádiz 2011. Más vacío, más hastío.

Ya solo queda una semana para las elecciones. Y menos mal porque creo que la gente está cansadísima de escuchar discursos vanos, ambiguos y vacíos. No se dan respuestas a los grandes problemas del ciudadano, solo se escuchan anuncios grandilocuentes de actitudes, lucha y trabajo que no dan ninguna confianza a los electores. Las encuestas dan más de lo que ya teníamos y los políticos no dan alternativas.
Después de seguir con cierto interés lo que ha dado de sí la precampaña y la posterior semana de campaña que llevamos, tenía la esperanza de que en el debate electoral entre Martínez, Meléndez y Terrada se diera algo distinto, saber qué es lo que realmente se puede esperar de estos candidatos. Aunque no pude ver el debate televisado sí que leí la crónica del mismo y la sensación que se me quedó en el cuerpo es la de la DECEPCIÓN. Lo que quieren unos y otros hacer con Cádiz es prácticamente lo mismo. Exceptuando algunas propuestas muy concretas y puntuales que poco cambian el modelo de ciudad que defienden, mi conclusión es que ninguno aborda con realismo y concreción los problemas que tiene Cádiz y que no son pocos. ¿Para qué tanta reunión con comerciantes, asociaciones de vecinos, de enfermos, de colectivos tan variopintos? No hay datos que reflejen que se va a trabajar por ellos. Se habla del problema de la vivienda y del paro, que efectivamente son las dos grandes losas del gaditano, pero más allá de construir un barrio nuevo o no, las cifras no cambian de uno a otro. Se habla de los transportes y nos cuentan milongas de autobuses que pasarán por un lado u otro pero sigue siendo un transporte caro y que no evita el uso del coche privado. Se habla de la bicicleta como alternativa pero ninguno presenta un plan acondicionado, un mapa con lo que serán los carrilles bici que pueda hacerse realidad. Se habla de que si el tranvía debe terminar en una plaza o en otra pero nadie negocia con la Junta que es la responsable del proyecto. Se habla de la exclusión social pero ningún candidato presenta un plan de inserción para los afectados con propuetas concretas. Se habla de zonas de esparcimiento, plazas, parques... pero tampoco hay un mapa con los lugares que se remodelarían ni en qué medida afecta a sus habitantes. Se habla de la importancia del Bicentenario pero no cuentan con los ciudadanos ni en qué puede mejorar al gaditano la celebración de la efeméride. Se habla de tantas cosas que suelen caer en el saco de las vanidades y las falsas promesas políticas que ya no hay quién se los crea.
Discursos vacíos. Según las últimas encuestas del Centro de Investigaciones Científicas, la preocupación por nuestra clase política ha pasado a ser una de las más importantes de los ciudadanos, sólo después del paro y la economía. No nos sentimos reflejados ni representados por nuestros políticos y los casos de corrupción y la tensión política que se ha convertido en un patio de vecinos de malas marujas nos dejan, a los españoles en general y a los gaditanos en particular, en un lugar de indefensión que no parece preocupar a sus protagonistas. Los plenos del Ayuntamiento de Cádiz son un claro reflejo de lo que pasa también en otros tantos lugares. Y a la hora de las elecciones y de presentar un proyecto político que convenza al elector, NADA. Parece que lo que pensamos da igual. Que lo que necesitamos da igual. Pues a ver si lo que votemos también les da igual.

10 mayo 2011

Campaña electoral Cádiz 2011. Arma de doble filo

Estamos acostumbrados en estas fechas preelectorales a escuchar promesas de todo tipo, muchas repetidas elecciones tras elecciones, guerra de cifras de un candidato y otro sobre lo que va a construir o los puestos de trabajo que va a crear, promesas sobre mejoras más o menos etéreas, otras originales aunque son las menos, 'electoralistas', rimbombantes, aburridas, algunas imposibles, y hay otras que a mi parecer son 'sensibles', como la que traigo al caso. Teófila Martínez se ha atrevido a prometer hoy escoltas para las mujeres maltratadas.
Hay promesas dentro de los programas electorales que sabemos que son relativamente cumplibles. Esto no debería ser así, pero lo es. Hay manipulaciones de números, que son condenables cuando maquillan o alteran la realidad, pero existen. Como ejemplo, el PP asegura que va a crear 5.000 puestos de trabajo nuevos con la rehabilitación del recinto exterior de la Zona Franca, (que como ya expliqué en una entrada anterior está condicionada a la llegada del partido a Moncloa en 2012) pero cuando lees la letra pequeña, en esa cuenta ya están incluidos los más de 2.500 trabajadores que actualmente ejercen su labor en esas instalaciones. Pero hay promesas electorales que, de no cumplirse, se convierten en un engaño vil a la sensibilidad de los ciudadanos.
¿Tiene presupuesto un Ayuntamiento como el gaditano para financiar un programa de protección a las mujeres maltratadas con un escolta personal? Si es así, ¿por qué no se ha hecho antes? ¿Por qué no se hace en otras ciudades? ¿Acaso es una medida puntual, a ciertas horas, en casos concretos, a ciertas personas? Si se llevara a cabo, ¿podría decir Teófila Martínez que tiene un servicio de escolta para las mujeres maltratadas por el hecho de que una sóla persona se beneficiara de él?
Me produce muchos interrogantes esta propuesta y sobre todo desconfianza y cierto desasosiego. Y es así porque va dirigida a un sector de población vulnerable. No se juega con la confianza de unas personas que suelen tener la autoestima por los suelos, personas que viven su vida diaria con temor, machacadas psicológicamente, para ganar un puñado de votos y que luego vean sus esperanzas truncadas. Si se promete, se cumple. Hay ciertas cosas con las que no se puede hacer electoralismo.
Entro en la web del PP gaditano, bueno no exactamente, en la web de teófila.es, porque prefieren que la gente piense que en Cádiz no se vota al partido sino a la persona, y lo único que explica sobre esta propuesta es lo siguiente:
"La candidata a la alcaldía de Cádiz por el Partido Popular, Teófila Martínez, ha propuesto dentro del Programa Electoral del Área de Mujer potenciar la Unidad Alerta 24 horas contra los malos tratos mediante la creación de un dispositivo de escoltas para aquellos casos en los que concurran factores de especial riesgo". Ni una linea más. Ni una explicación más. ¿Cuándo concurren factores de especial riesgo? ¿Cuántos escoltas habrá dando ese servicio? No encuentro respuestas y me quedo con el mismo desasosiego y la misma desconfianza. Esto más que políticas sobre la mujer me parece jugar con sus miedos, y por tanto, una desfachatez. Espero tener que comerme mis palabras.

06 mayo 2011

Precampaña Cádiz 2011. Muchos nombres, pocos contenidos.

Marta Meléndez (PSOE) ha anunciado sus propuestas para Comercio y Consumo si llega a ser alcaldesa de Cádiz después del 22-M. Estas medidas consisten en la supuesta creación de muchos consejos consultivos en el que estén representados todos los organismos afectados, partidos políticos, empresarios, consumidores, asociaciones de vecinos y demás, pero sin explicar qué ámbito de actuación tendrían esas entidades. Quiero decir que mucho talante pero poco contenido, solo vacío. El Consejo Local del Comercio, el Consejo Municipal del Consumo, la Casa del Artesano en El Pópulo... muchos nombres, pero ninguna explicación de en qué consisten estos consejos y qué solucionan.
¿En qué están basados? Pues en una reunión de la Unión de Comerciantes con el PSOE en el que se quejan de la sangría de empleos que está provocando la tendencia al cierre de los comercios tradicionales y que cifran en 1.190 comercios menos en los últimos cuatro años. Ante esto, la Unión de Comerciantes gaditana se posiciona en contra del centro comercial previsto en el nuevo PGOU a la entrada de la ciudad y que contaría con 20 plantas. Marta Meléndez se ha comprometido a cambiar el Plan de Ordenación Urbanística para suprimir la creación del parque comercial. Pues bien, esta es la única propuesta concreta que presenta el PSOE en este ámbito, puesto que el resto se queda en palabras sin mucho contenido (más peatonalización, lugares de esparcimiento familiar, ayudas al comercio, pero sin concretar nada) y en consejos de debate y reflexión que tampoco sabemos como actuarían. Más o menos, dejar las cosas como están.
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